A los pies del Moncayo se encuentra el pueblo de mis abuelos maternos, de mi madre y sus hermanos, es decir, mis tíos.
Pomer tiene un encanto especial, en el cierzo, en el paisaje, en el agua y en la contemplación que se puede hacer de él. Es un refugio del alma 😊, es un sitio donde volver, donde uno se siente bien, conversando con unos, con otros o consigo mismo. Paseando y observando. Dejando pasar simplemente el tiempo, porque aquí ahora se viene de vacaciones. Si me remontara cien años atrás, incluso podríamos contar unos 500/800 habitantes pero a día de hoy fijos deben ser 5. También más de uno tenía sus propias ovejas y sus tierras para trabajar. Hoy, quién trabaja esas tierras son los jubilados, nietos o hijos de aquellos, que suben cuando pueden .
Además , como es propio de Semana Santa no hace buen tiempo y eso le aporta un toque de luz especial a todos los colores tanto del pueblo como de los alrededores. La primavera no acaba de empezar y el abrigo a 1104 metros de altura se agradece en la tercera semana de abril.
Desde aquí he sabido de la muerte de una payasa, Marta Carbayo. Creo que te has ido muy pronto y no es justo para los tuyos, para ti y para toda la gente que te quería. La risa es un regalo a la vida.
Personalmente no la conocía mucho. Hace dos años hablé con ella en un encuentro de payasas. Conversación amena y agradable junto con Merche 8a ( otro referente). Se me encoge el corazón al leer todos los recuerdos bonitos que una persona deja en la tierra y me apena. Feliz viaje. Decansa. Y menuda puta mierda, como también he leído por las redes.
La ayuda de este viento aquí bajo el Moncayo es buena para el corazón y lo agradezco. La vida es lo que es.
Gracias Pomer por permitirme disfrutar de paseos infinitos y calma un año más.
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