Descienden ligeramente, fonemas,
uniendo su música armónicamente,
representando a cada letra.
Y estas, deseando juntarse,
aterrizan en palabras
entrelazadas, con formas giratorias,
entre palos o libremente;
designando aleatoriamente realidades
a su gusto, otorgándoles la identidad,
como si fueran Diosas.
Divinidades pretenciosas,
creando historia en cada mote.
Y así, las señoras palabras, caminan
felizmente y orgullosas,
nombrando aquello que les apetece.
"-Te llamarás: suelo, árbol, sol, fiesta, lluvia,
montaña, alegría...".
Y, por lo tanto, encendiendo la luz,
para la vida.
Ana (abril,17)
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