El daño que nos hacemos
Nos hacemos daño cuando no dejamos que nuestro cuerpo fluya., cuando nos
paraliza la mente, porque nos creemos todo lo que hay ahí dentro. Cuando no nos
abrazamos. Nos hacemos daño cuando proyectamos
en futuros que inciertos o demasiado concretos. Nos hacemos daño esperando y esperando,
sueños efímeros, sueños muy establecidos. Nos hacemos daño sin aceptar, sin concretar, evadiendo miedos,
sin cerrar, sin sanar. Nos hacemos daño sin comprometernos con nosotros mismos,
sin comprometernos con nuestros sueños.
Nos hacemos daño sin vivir el presente, sin disfrutar de cada minuto que
nos pasa por delante, sin besar, sin mostrar lo que queremos a las personas con
las que la vida nos junta, sin decirles lo que les tenemos que agradecer.
Nos hacemos daño al no arriesgar y al no jugar. Nos hacemos daño, pues,
encerrados, sin vida. Nos hacemos daño, al no tolerar la apuesta de los de
fuera, pretendiendo que lo nuestro siempre sea lo correcto.
Nos hacemos daño al no verbalizar, al no decir qué y cómo nos sentimos, al
no decir qué necesitamos, qué buscamos, qué nos falta.
Nos hacemos daño cuando
pretendemos no ser humanos.
Ana , junio de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario